Quizás
una de las cosas que más necesitamos es aprender a distinguir lo útil de lo
valioso. Un sacacorchos es útil. Un abrazo es valioso. Una puerta es útil. Ver
un atardecer es valioso. Un mechero es útil. Una amistad es algo valioso.
Casi
siempre lo útil es más caro que lo valioso. De hecho, lo valioso rara vez
cuesta dinero. Y esto ocurre porque el dinero es útil pero no es valioso. Lo
valioso genera mucha más felicidad a largo plazo que lo útil. Y sin embargo, a
menudo, valoramos más lo útil que lo valioso.
Los
mejores momentos de la vida no cuestan dinero. Ver nacer a un hijo, el primer
beso, sentir que vuelas de la mano de alguien…
Los
momentos que se nos pasan por la cabeza justo antes de abandonar este mundo no
costaron dinero. Esos momentos son los más valioso que atesoramos.
Cuando
te asalte una preocupación, párate a pensar si lo que buscas es útil o valioso.
Aprende a distinguir, y te darás cuenta de que vivir bien no es tan caro como
te habían contado.