Tener un hijo es trascendental. Se trata de decidir
y aceptar que tu corazón caminará por fuera de tu cuerpo mientras vivas.
No les pidas a tus hijos tener vidas extraordinarias. Tal esfuerzo puede parecer admirable pero es el camino a la locura.
Ayúdales, en cambio, a encontrar el asombro y la maravilla de una vida ordinaria.
Muéstrales la alegría de saborear tomates, mangos, plátanos, naranjas.
Indícales cómo sentir cuando las personas y las mascotas mueren.
Cómo encontrar el disfrute en un amanecer, una tarde lluviosa, una noche estrellada.
Enséñales el placer infinito de tocar una mano, la emoción indecible de sostener un alma.
Haz que lo ordinario cobre vida para ellos.
Lo extraordinario se hará cargo por sí mismo.
W.M.
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