para ella nos queda la ternura.
Persiste el resplandor de aquel hermoso incendio
que fuera un día himno de deleite, ramo de música viviente.
Debajo de las pálidas cenizas
palpita todavía
el jubiloso cantar de aquella hoguera.
Los ojos escaparon a otros paraísos;
tocó en otras playas la barca del deseo,
pero en el centro del alma está incrustada
aquella música lejana, suave y tenaz como el perfume
de la infancia.
Cuando se vuelve muda la carne clamorosa,
aletea gimiente en el mas puro rincón de la existencia
el pájaro gris de la ternura.
Gastón Baquero.
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