jueves, 16 de enero de 2020

PARA MIS HIJOS II

Para mis hijos.
A propósito de los días señalados y precisamente porque hoy no es uno de ellos, quiero regalar a mis hijos esta reflexión. Éstos suelen ser celebrados; y en ese intento; los homenajeados siempre reciben frases trilladas, deseos prediseñados y buenos augurios de “vida eterna”, amor y prosperidad.
A mí en lo particular todo éso me resulta ordinario y banal, bienintencionado quizás pero vácuo, insípido; pues de sobra sabemos que la vida es fugaz, efímera, finita.
Por éso hijos míos; no hoy; sino todos los días de su existencia; asegúrense de celebrar la gracia de estar vivos; aprovechando el privilegio que tienen de construirse una vida digna.
Trabajen arduamente en pulir sus defectos y fortalecer sus debilidades.
Aprendan de sus errores y nunca, jamás se vanaglorien de sus logros.
Sean sobrios al hablar y desmesurados en el hacer por el prójimo.
Aléjense de la vulgaridad, la hipocresía, la envidia, los celos, la rivalidad, el tedio y la desesperanza.
Que sean la bondad, la humildad, el altruismo y la decencia sus herramientas de uso cada día.
Sean prudentes con las tentaciones pero no se olviden de romper ocasionalmente alguna regla.
Ofrezcan siempre de sí lo mejor; hasta que les duela; aún así nunca será suficiente.
En resumen; amen mucho; perdónenlo todo; confíen en pocos y no se apeguen a nada ni nadie.
Solo de ese modo; cada vez que les toque un “día señalado”; realmente tendrán la posibilidad de celebrarse y al final cosecharán la satisfacción de haber hecho de sus vidas un viaje extraordinario.

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