sábado, 11 de julio de 2020

ACERCA DE LA MEMORIA, LOS RECUERDOS, LOS OLVIDOS...


Pintura: "Árbol del olvido"  Autor: Valeria Cárdenas.

OLVIDO DE MEMORIA

Sólo los recuerdos olvidados duelen más que el puro olvido. No es tan
grave perder un nombre, un rostro y unos besos definitivamente. Lo inso-
portable es haberlos recordado y que la memoria no alcance para que se
salven y nos traigan una línea de gozo o de suplicio. Todo olvido es sagrado.
Raúl Rivero
                                                                     ..........................
…¿Por qué olvidamos? Quizá la explicación más simple es que la marcha irreversible de los años es una sentencia certera. Nuestro tiempo sucede y no se detiene hasta que se nos agota. La vida es huidiza y nos consume en actividades carentes de sentido, quizá por ello somos selectivos con nuestros recuerdos y conservamos siempre lo que para nosotros es más significativo. Sin embargo, también tenemos la inhabilidad para recordar con precisión, entonces reconstruimos el pasado con fragmentos más parecidos a la ficción que a la realidad, narrando nuestra historia personal con tintes incluso literarios. Recordar con claridad a veces se vuelve un prodigio. Es así que, la ficción y lo real se evocan asimétricamente en armonía entre las formas más complejas de nuestra memoria. Tal vez esa es la sinrazón por la que nos empeñamos en guardar en los objetos el tiempo vivido; coleccionamos experiencias fortuitas, historias, emociones, sueños e incluso personas, imbuyendo en los objetos nuestra quimérica reminiscencia del momento. ¿Cuántos de nosotros no hemos atesorado una piedra, o hemos apresado el compromiso con una persona en un anillo? ¿Cuántos de nosotros no tenemos una caja de recuerdos llena con cosas aparentemente inservibles?

… Estos vívidos artilugios, con su hechizada presencia, también son espejos que te observan con gran detalle. Son parajes estáticos que merodean el horizonte frondoso del silencio. Pareciera que nuestra mirada invisible vuela con perfecto equilibrio hacia estos no-lugares aparentemente inertes e insignificantes, conectándonos paradójicamente con su profundo significado. Así, cada rincón oscuro de nuestra memoria es un cajón, cada botón una blusa que alguien usó con derramada pasión, cada piedra un recordatorio del camino andado, cada papel una sombra honda de un árbol, cada remembranza una ventana abierta hacia ese tiempo fugitivo…
LxA.


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