RECOMENDACIONES.
I
Para
encontrar la felicidad
es
imprescindible usar
desde
la primera juventud
un
chaleco a cuadros
con
una banda de satín oscuro.
Hay
que habilitar
un
confesionario
en
una estancia alta y húmeda
y
aprender a dibujar ríos
que
una vez librados del papel
se
deslicen con peces y rumores
por
los valles que buscan el mar.
Se
necesita una maestría en desencantos
y
los dones del olvido y la omisión.
Una
dahesa para la memoria
En
la que puedan hacer noche a voluntad
las
vanidades.
II
La
armadura debe ser interior
(incluirá
por supuesto un cautiverio)
entallada
en el pecho
hasta
la asfixia
cerrada
en la barbilla
reforzada
hacia la cava superior
y
en las probables armonías de la frente.
III
Si
las habilidades
para
empezar otra vez desde la nada
son
heredadas
va
a ser natural el desdén
y
más sorprendentes los renacimientos.
De
lo contrario
se
recomiendan la hiedra y el insomnio
como
antídotos contra la incertidumbre
los
espejos rotos para conjurar las contemplaciones
y
un piano de cola o una guitarra
como
verdugos del abandono.
IV
Ante
las deserciones
y
las ansiedades de la espera
ante
la ausencia y las desmesuras
puede
ser desconcertante y sensual
un
encuentro cercano
con
el
negro
caballo de espuma
que
dejó en las praderas del mundo
el poeta Octavio Paz.
Se
debe estar siempre preparado
para
viajes y romerías en uno mismo
y
serán íntimas y personales
las
andanzas y las búsquedas.
V
Esta
es una aventura limpia
a
pecho descubierto
que
no admite pócimas ni cerbatanas
inmune
a los sacrificios de animales de plumas
y
al corazón de los tomeguines
puestos
a secar a la intemperie.
VI
Para
hallar la felicidad
hay
que hacerse invisible
los
cuatro domingos de diciembre
y
usar la mano derecha
un
reloj de arena o un astrolabio.
Una
artesa
hace
falta una artesa
para
esconder el miedo
bajo
una superficie cristalina.
Una
artesa cerca de los rescoldos del fogón
para
que oficien los resplandores.
VII
Un
paso ceremonioso y terco
una
marcha apacible
porque
la felicidad
es
más rápida que la luz
y
la vida del rayo
la
ilumina pero lo alcanza.
Así
es que la mejor compañía
para
llegar a ella
es
la serenidad.
Las
argucias
de
un sistema de timidez
la
distancia, la circunvalación
la
geometría muda
que
apunta al centro de la tierra
pero
quiere dormir con las estrellas.
VIII
Se
proclamará
que
uno está tratando de encontrarla
porque
puede aparecer ayuda inesperada:
un
bautizo rural, una obviedad
la
peineta punzó de Amadita Castillo
un
tranvía, unos viajeros
el
bombín de Barreto
la
imprudencia y el viento de cuaresma
la
pureza y el copón divino.
IX
Como
un amuleto se llevará
la
urgencia congénita
de
encontrarla
por
desdibujada y remota
que
presente su sombra.
Adivinarla
a veces
en
un camino paralelo
presentirla
una noche
y
ver que es el rocío
tocarla,
creer que las has tocado
bajo
la administración de la nieve
puede
ser la única sustancia
que
recibas en la travesía.
X
Nada
de amarguras al final
si
fracasaron estas trampas
nos
quedó el además
y
todavía volverá a amanecer sobre la tierra.
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CARTA
Dejadme dejar dicho: tengo miedo
permitidme ser constante en mis temores.
Olvidad mis horrores pasajeros
mis filias y mis fobias, mis pasiones
mis entregas totales, maldiciones
que ahora llevo en lugar de mis sombreros.
No pido compasión sino distancia
no reclamo perdón sino alegría
que abra paso, descubra y develice
que me voy a morir donde yo quise
porque pude administrar mi cobardía.
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PERSONAL
Encampanado en la vejez
y en el aprendizaje de la muerte
lujosamente triste y exterior
inscribo en el espacio
este reclamo terco.
Soy pobre y sin habilidades
présbite y rencoroso
tengo miedo
un miedo esencial y permanente.
Me dejo seducir por las traiciones
soy un orfebre de las pesadillas
y tengo un expediente policial
donde aparezco
de joven
entre la incertidumbre
con mis medallas de amanuense
mis insignias de colaborador
y de viejo
como agente enemigo.
Soy un metaforizador con propensión al llanto
que en vez de un país
vive en un sueño.
Puedo ser tierno y elocuente
y entonces aprovecho para bautizar
los desastres con nombres de mujer.
Consigo ser grato y enojoso
administro un señorío ralo y bendito
donde se ha prohibido la felicidad y el escarmiento.
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PASANTÍA
Estamos aquí
Para aprender a ser eternos.
Hemos venido nada más que a morir
Junto a los ríos.
Ellos son la única forma de inmortalidad
Que podemos tocar.
Salimos del polvo a la agonía
De rozar la gloria
Y la gloria es el polvo.
Esto es una estadía, una mansión de horas
Una visita de cortesía
Enseguida aprendemos.
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