jueves, 9 de julio de 2020

RAÚL RIVERO.



RECOMENDACIONES.

I
Para encontrar la felicidad
es imprescindible usar
desde la primera juventud
un chaleco a cuadros
con una banda de satín oscuro.
Hay que habilitar
un confesionario
en una estancia alta y húmeda
y aprender a dibujar ríos
que una vez librados del papel
se deslicen con peces y rumores
por los valles que buscan el mar.
Se necesita una maestría en desencantos
y los dones del olvido y la omisión.
Una dahesa para la memoria
En la que puedan hacer noche a voluntad
las vanidades.
II
La armadura debe ser interior
(incluirá por supuesto un cautiverio)
entallada en el pecho
hasta la asfixia
cerrada en la barbilla
reforzada hacia la cava superior
y en las probables armonías de la frente.
III
Si las habilidades
para empezar otra vez desde la nada
son heredadas
va a ser natural el desdén
y más sorprendentes los renacimientos.
De lo contrario
se recomiendan la hiedra y el insomnio
como antídotos contra la incertidumbre
los espejos rotos para conjurar las contemplaciones
y un piano de cola o una guitarra
como verdugos del abandono.
IV
Ante las deserciones
y las ansiedades de la espera
ante la ausencia y las desmesuras
puede ser desconcertante y sensual
un encuentro cercano
con el
negro caballo de espuma
que dejó en las praderas del mundo
el poeta Octavio Paz.
Se debe estar siempre preparado
para viajes y romerías en uno mismo
y serán íntimas y personales
las andanzas y las búsquedas.
V
Esta es una aventura limpia
a pecho descubierto
que no admite pócimas ni cerbatanas
inmune a los sacrificios de animales de plumas
y al corazón de los tomeguines
puestos a secar a la intemperie.
VI
Para hallar la felicidad
hay que hacerse invisible
los cuatro domingos de diciembre
y usar la mano derecha
un reloj de arena o un astrolabio.
Una artesa
hace falta una artesa
para esconder el miedo
bajo una superficie cristalina.
Una artesa cerca de los rescoldos del fogón
para que oficien los resplandores.
VII
Un paso ceremonioso y terco
una marcha apacible
porque la felicidad
es más rápida que la luz
y la vida del rayo
la ilumina pero lo alcanza.
Así es que la mejor compañía
para llegar a ella
es la serenidad.
Las argucias
de un sistema de timidez
la distancia, la circunvalación
la geometría muda
que apunta al centro de la tierra
pero quiere dormir con las estrellas.
VIII
Se proclamará
que uno está tratando de encontrarla
porque puede aparecer ayuda inesperada:
un bautizo rural, una obviedad
la peineta punzó de Amadita Castillo
un tranvía, unos viajeros
el bombín de Barreto
la imprudencia y el viento de cuaresma
la pureza y el copón divino.
IX
Como un amuleto se llevará
la urgencia congénita
de encontrarla
por desdibujada y remota
que presente su sombra.
Adivinarla a veces
en un camino paralelo
presentirla una noche
y ver que es el rocío
tocarla, creer que las has tocado
bajo la administración de la nieve
puede ser la única sustancia
que recibas en la travesía.
X
Nada de amarguras al final
si fracasaron estas trampas
nos quedó el además
y todavía volverá a amanecer sobre la tierra.

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CARTA
Dejadme dejar dicho: tengo miedo
permitidme ser constante en mis temores.
Olvidad mis horrores pasajeros
mis filias y mis fobias, mis pasiones
mis entregas totales, maldiciones
que ahora llevo en lugar de mis sombreros.
No pido compasión sino distancia
no reclamo perdón sino alegría
que abra paso, descubra y develice
que me voy a morir donde yo quise
porque pude administrar mi cobardía.
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PERSONAL
Encampanado en la vejez
y en el aprendizaje de la muerte
lujosamente triste y exterior
inscribo en el espacio
este reclamo terco.
Soy pobre y sin habilidades
présbite y rencoroso
tengo miedo
un miedo esencial y permanente.
Me dejo seducir por las traiciones
soy un orfebre de las pesadillas
y tengo un expediente policial
donde aparezco
de joven
entre la incertidumbre
con mis medallas de amanuense
mis insignias de colaborador
y de viejo
como agente enemigo.
Soy un metaforizador con propensión al llanto
que en vez de un país
vive en un sueño.
Puedo ser tierno y elocuente
y entonces aprovecho para bautizar
los desastres con nombres de mujer.
Consigo ser grato y enojoso
administro un señorío ralo y bendito
donde se ha prohibido la felicidad y el escarmiento.
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PASANTÍA
Estamos aquí
Para aprender a ser eternos.
Hemos venido nada más que a morir
Junto a los ríos.
Ellos son la única forma de inmortalidad
Que podemos tocar.
Salimos del polvo a la agonía
De rozar la gloria
Y la gloria es el polvo.
Esto es una estadía, una mansión de horas
Una visita de cortesía
Enseguida aprendemos.

Raúl Rivero.

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