jamás una huida, por muchos que sean.
Jamás ningún miedo, y si acaso les diera,
jamás se lo noten, que no se den cuenta.
Jamás un “me rindo”, si no tienen fuerzas
aunque fuese a gatas, lleguen a la meta.
Que nadie les acuse… ¡mírenme a la cara!
que nadie les acuse de dejar a medias
un sueño imposible… (si
es que los hubiera)
yo no los conozco, y mira que llevo yo sueños
a cuestas...
Jamás, y se los digo como una sentencia,
¡mírenme a la cara! Jamás en la vida
pasen por el lado de cualquier persona
sin una sonrisa.
No hay nadie en el mundo que no la merezca.
Háganle la vida más fácil, ¡mírenme!
a cada ser vivo que habite la tierra.
Jamás se les olvide que en el mundo hay guerra
por pasar de largo sin gloria ni pena
delante de un hombre y no preguntarnos
qué sueño le inquieta, qué historia le empuja,
qué pena lo envuelve, qué miedo lo para,
qué madre lo tuvo, qué abrazo le falta,
qué rabia le ronda, qué envidia lo apresa…
Jamás, y se los digo faltándome fuerzas,
si el mundo se para, no se queden sentados
viendo la manera de que otro lo empuje.
Remánguense el alma, sean palanca y rueda,
tiren de la vida propia y de la de quien sea,
que les falte camino, pierdan la pelea
contra los enanos. No sean los primeros,
que les ganen los hombres que no tienen piernas.
No lo sepan todo, dejen que contesten los que menos
sepan.
Las manos bien grandes, las puertas abiertas,
anchos los abrazos, fuera las fronteras
hablen un idioma claro, que se entienda.
Si estrechan la mano, háganlo con fuerza
mirando a los ojos, dejando una huella.
Presten su vida, regálenla entera
que a nadie le falte ni una gota de ella.
¡Canten! que cantando la vida es más bella.
Y jamás, les hablo desde donde nazca
el último soplo de vida que tenga,
jamás una huida, por muchos que sean…
Magdalena Sánchez Blesa.
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