Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye,
lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre. Obra
así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante,
que lo que hace es algo fatal. Es como si se mantuviera unido a su destino,
como si se llamaran y se crearan mutuamente. No es verdad que la fatalidad
llegue ciega a nuestra vida, no. La fatalidad entra por la puerta que nosotros
mismos hemos abierto, invitándola a pasar.
Sandor Márai.
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