viernes, 25 de junio de 2021

MARGUERITE YOURCENAR

 


VI

Sólo el silencio tiene palabras
Que pueden decirse junto a ti sin herirte.
Ante lo irremediable, sólo podemos sonreír;
Llueven sobre tu cuerpo las lágrimas de las corolas.

A la hora en que nos despojemos de nuestras máscaras
Deslizándonos soñolientas en el mismo lecho,
Por cada dedo tembloroso de la hierba que nos roce
Tú podrás bendecirme y yo acariciarte.

Es hacia tu dulzura que conduce mi camino.
De este suelo impregnado de alma humana,
El olvido, lento jardinero, extirpa el remordimiento.

Inagotable, vaga el amor de vena en vena;
No quisiera perturbar con un vano lamento
El eterno abrazo de la tierra y los muertos.


VII

Nunca sabrás que tu alma viaja
Dulcemente refugiada en el fondo de mi corazón,
Y que nada, ni el tiempo ni la edad ni otros amores,
Impedirá que hayas existido.

Ahora la belleza del mundo toma tu rostro,
Se alimenta de tu dulzura y se engalana con tu claridad.
El lago pensativo al fondo del paisaje
Me vuelve a hablar de tu serenidad.

Los caminos que seguiste, hoy me señalan el mío,
Aunque jamás sabrás que te llevo conmigo
Como una lámpara de oro para alumbrarme el camino

Ni que tu voz aún traspasa mi alma.
Suave antorcha tus rayos, dulce hoguera tu espíritu;
Aún vives un poco porque yo te sobrevivo.

Marguerite Yourcenar


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