Hemos derramado mucha tinta tú y yo, en nuestra discusión sobre la conexión humana, definiendo cuáles son los ideales de comunicación entre las personas, y no estamos más cerca de la comprensión de lo que estábamos cuando empezamos nuestra conversación.
A menudo me siento como si estuviera parado en uno de los dos bordes de un gran abismo, gritando al otro lado. Preguntándome si la respuesta que escucho viene de ti o si es solo mi propia voz que responde con mi eco. Mientras más tiempo dedico a mi lado del abismo, reconozco que realmente no tengo la pureza de todas mis convicciones, cada vez las guardo más, como un anhelo viejo, como un recuerdo importante, y ya evito hablar de ellas porque no soy digno de mencionarlas. Las recuerdo y sonrío discreto, pero las guardo rápido o las dejo ir.
¿Será que hemos fallado en encontrar las respuestas a las preguntas que nos preocupan? ¿O será que no pueden ser respondidas? Afortunadamente para ambos, el mundo siempre presenta la siguiente distracción, elaborada al azar. Y dejamos de pensar o de gritar por un rato. Para simplemente disfrutar del fresco de la noche en apagón.
Gabo Pére
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