martes, 3 de agosto de 2021

LA TRAVIATA.

 


Menudo enfado el que se agarró el gran Giuseppe Verdi aquel 6 de marzo de 1853. Estrenó La Traviata y a sus ojos resultó un absoluto fiasco. Así ha pasado a la historia, como el día en que se estrelló la que ahora es la ópera más representada y conocida del mundo.

 Pero ¿por qué aquel 6 de marzo pasó a la historia La Traviata como un estrepitoso fracaso, si Verdi tuvo que salir varias veces a saludar al público y a la crítica puestos en pie? Pues porque a él no le gustó.

 Al día siguiente del estreno en el teatro La Fenice de Venecia, Verdi escribió varias cartas, todas en el mismo tono: «La Traviata ha sido un fiasco; un fracaso, un auténtico fracaso». Y como ésta fue la sensación del compositor, así ha quedado para los restos. Pero La Traviata no fracasó, sólo ocurrió que no tuvo los mejores cantantes, ni los mejores músicos, pero el libreto y la composición eran inmejorables.

 El guión de La Traviata está basado en La dama de las camelias, y el personaje principal, en Alphonsine Plessis, aquella joven de moral distraída que murió de tuberculosis e inspiró a Alejandro Dumas hijo para escribir la obra. De hecho, traviata significa eso, mujer disipada… una perdida. Y precisamente Verdi vivía una situación personal parecida, porque por entonces estaba liado con una traviata, con Giusseppina Strepponi, una soprano retirada que había tenido cuatro hijos de otros tantos padres y todos abandonados en hospicios. Los hijos, no los padres.

Con la ópera La Traviata, Verdi pretendió hacer una defensa de la que acabaría siendo su segunda esposa y terminar con los ataques que recibía por aquella relación. Quiso trasladar unas emociones que no llegaron como él quiso que llegaran, pero de ahí a considerar el estreno un fracaso iba no un abismo, sino dos.

 A Verdi no le gustó su obra porque los cantantes no transmitieron lo que él pretendió, pero el público vio en la obra uno de los mayores éxitos del compositor. ¿Cómo iba a ser un fracaso si el teatro estuvo a reventar durante las diez representaciones programadas en Venecia? Está claro que Verdi era un tiquismiquis, porque hasta quienes sólo escuchan heavy metal saben tararear eso de «Libiamo, libiamo…».

 

Cap.3: La Traviata y el tiquismiquis de Verdi.

Libro:  Menudas historias de la historia.

Autor: Nieves Concostrina.


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