Ya estaba yo todo ampollado de amarguras;
Ella las borró con solo mirarme
Y dejar que yo la viera. Y es que,
Ver a una mujer como uno quisiera verla,
Sin nada entre ella y uno,
Sino únicamente la mirada de los ojos,
Es para volverse loco
Y perder el habla de repente.
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He llegado a saber, después de muchas vueltas,
Que tienes los ojos azucarados.
Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos,
Arribita de las pestañas,
Y resultó que la boca me supo a azúcar;
Ni más ni menos, a esa azúcar que comemos
Robándonosla de la cocina, a escondidas
De la mamá, cuando somos niños.
Juan Rulfo.
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