sábado, 28 de diciembre de 2019

GENTE.


I

Hay gente que te la hace fácil. Que te allana el camino. Que te quita las piedras que no viste, porque estabas demorado en otro pantano.
Gente que festeja tu sonrisa. Que te pone una manta porque como tiene frío, se adelanta al tuyo.
Gente que te escucha con el corazón y mirándote a los ojos.
Gente a la que le importa no gastar un minuto en discutir algo que no le suma a ninguna de las dos partes.
Gente que te cuida, te valora y respeta, sobre todo cuando estás ausente.
Es gente que te quiere sin vueltas, sin enrosques, sin pedido de facturas, sin reproches.
Gente que te elige por quien eres, porque acepta tu herida y tu belleza. Gente buena.
Gente que vuela con tu vuelo y te recuerda los tres deseos que te tocan para tu cumpleaños.
Gente que alimenta tu alma. Gente que sana, cura, salva.
Esa gente se vuelve imprescindible. Se cuida como oro.
Esa gente es necesaria y uno tiene que descubrirla cuando llega y valorarla cuando está, no cuando hace falta.
A esa gente se la ama y punto.

II

Esa gente, la auténtica, me gusta.
Ésos a los que les brilla el alma, que se emocionan con un mensaje o con una canción, que pasan por tu vida dejando recuerdos eternos.
Ésos que aunque les guste el sol necesitan tus tormentas y también aquéllos a los que les gusta la lluvia pero necesitan tus rayos de luz.
Ésos con los que tus miradas chocan y vete a saber dónde van los besos que salen despedidos de semejante accidente.
Ésos que te hacen sonreír porque sí, porque no y por si acaso.
Los que se visten con lo que les apetece, mezclan dulce con salado, bailan sin música, te invitan a amaneceres, hacen lo que les da la gana
y te comen la cara hasta que tu risa reviente.
Los que valoran unas palabras sinceras: un te echo de menos que baila lágrimas y un te quiero que hace temblar.
Ésos que reniegan de ser instantes porque saben que lo bonito es que sonrías cuando los recuerdas.
Ésos que te piensan aunque no lo sepas y que de vez en cuando deslizan un qué tal, por si las moscas.
Ésos que guardan un trocito de papel, unas entradas, una baratija como si fuera una joya, ésos que coleccionan corchos de botellas de vino,
porque saben que hay cosas que con cerrar los ojos se transforman en personas.
Ésos que besan fotos, porque los besos que se siguen dando quizás a algún sitio lleguen… y se queden.
A ésos, a los auténticos de sentimientos, de sensibilidad, de actitud de ideales y de sueños, a ésos, aunque ya lo haya dicho, a ésos se les ama y punto.

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