Un padre alcohólico, una pareja con depresión, un hermano con el que no te hablas, o alguien a quien quieres pero que no fue buena persona contigo en algún momento.
Y claro, quieres que cambien, y es muy probable que ellos quieran cambiar.
Pero… ¿puedes hacer que cambien? Por supuesto que no.
Mira, puedes plantar una semilla, pero eso es lo más lejos que puedes llegar.
En primera porque no es tu responsabilidad. Sólo eres responsable por ti mismo.
Y no me refiero a tus responsabilidades como padre, dueño de negocio o empleado. Esas son tus responsabilidades.
A lo que me refiero:
Tú puedes tomar acción para ser un buen padre, buena pareja o buen empleado, pero NO puedes tomar acción por otras personas. Esa es su responsabilidad.
Entonces… ¿qué puedes hacer?
Hay tres tipos de “semillas” que puedes plantar:
La "semilla que habla” es inútil. Puedes hablar de mil estrategias, tácticas y herramientas para hacer cambios en tu vida y difícilmente harán caso.
La segunda opción es la “semilla que escucha”.
Verás, la mayoría de la gente quiere ser comprendida. Así que si alguien quiere hablar, y realmente hablar, entonces escucha con tu mayor atención. Eso dará espacio para que haya un cambio.
La tercera opción es la “semilla de la acción”.
De lo que se trata es de mostrarles el camino.
Cuando tus acciones son acordes con tus palabras, es difícil que te ignoren. El cambio es difícil pero pueden ver que hay un camino.
Y finalmente recuerda: no puedes hacer que cambien.
Lo que sí puedes hacer es cuidar de ti mismo y enfocarte en las cosas por las que sí puedes responsabilizarte: tus acciones.
Y cuando aquella persona querida te busque para pedirte ayuda, estarás en una mejor posición para ayudarla.
¿Esto significa que los dejes solos en su lucha? No, para nada.
Siempre puedes plantar semillas de cambio, pero primero debes empezar por ti.
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